El trabajo evolutivo
Precisamente, lo esencial de este trabajo evolutivo es poder recuperar esa identidad «perdida» tras la diversidad de experiencias e identificaciones. Un punto de comienzo para lograr ese objetivo es el nombre que nos propone nuestra familia de origen. No es de extrañar que, en nuestro trabajo, la experiencia psicológica más común en aquellos casos en que los padres dudan sobre qué nombre poner a su hijo ya nacido, sea el de que a éste le resulte luego, un tanto difícil conformar su identidad.Pero aquí, hay un punto muy importante que es preciso resaltar y, que muy posiblemente pasó inadvertido para la mente «materialista» de los científicos Occidentales. Nada puede surgir de la «nada». Con esto quiero significar que por más que se le adjudique un nombre a un bebé y luego se le repita el mismo en forma continua, para que la identidad propia pueda conformarse esto sólo no es suficiente. Si no hubiera «algo» por detrás de estas experiencias repetidas sería imposible que el simple hecho de recurrir a un nombre fuera suficiente para forjar la individualidad.
Y, ese «algo» que hay por detrás es la identidad espiritual que el alma ya trae consigo.
En general, se cree que es la paulatina maduración mental. acompañando este proceso, facilita el surgimiento del Yo. Durante esa maduración lo que tiende es a perfeccionar el vehículo del alma a fin de que el mismo, tomando el estímulo exterior pueda nxailn para actualizar el potencial espiritual que le es propio.
En la Astrología, ese potencial está simbolizado por el Sol. En general la carta Natal este símbolo se particulariza por la posición que flfne el astro en uno de los doce signos del zodíaco. Estos signos llenen la característica de ser los que le proporcionan el matiz, la manera específica bajo la cual se podrá identificar las pautas de ese Yo, y aquí es donde se pueden detectar las caracterís-lleas esenciales bajo las cuales la persona se reconoce a sí misma, ici oiioce sus intereses y preocupaciones más íntimas.
Este es un primer factor a tener en cuenta en la Carta Natal para estudiar al Yo interior. También es necesario considerar su posición por casas. Esta última, nos proporcionará el ámbito de vida por medio del cual, el nativo, encontrará la mejor forma de canalizar mis inquietudes y anhelos.
En este sentido, es muy común encontrar que personas en cuya (Hila Natal el Sol «aparece», por ejemplo, en la Casa XI tienen un acentuado interés por participar del trabajo en grupos, en colaboración con otros, y en la concreción de los más variados intereses Por cierto, esto puede verse modificado por otras condiciones que se presenten en la misma Carta Natal.
La posición del Sol por signo y Casa identifica las característi-ens básicas de ese Yo. Luego, vienen los factores dinámicos que i lán dados por los diversos aspectos que pueda presentar el Sol en relación a otros planetas. Se dice que son factores dinámicos, pues se trata del intercambio de la energía entre dos astros, dos símbolos que en consecuencia, hacen referencia directa al tipo de experiencias (interiores/exteriores) que la persona deberá asumir, en relación a las áreas de vida indicadas por las casas ocupadas por los astros en cuestión.
Y, ese «algo» que hay por detrás es la identidad espiritual que el alma ya trae consigo.
En general, se cree que es la paulatina maduración mental. acompañando este proceso, facilita el surgimiento del Yo. Durante esa maduración lo que tiende es a perfeccionar el vehículo del alma a fin de que el mismo, tomando el estímulo exterior pueda nxailn para actualizar el potencial espiritual que le es propio.
En la Astrología, ese potencial está simbolizado por el Sol. En general la carta Natal este símbolo se particulariza por la posición que flfne el astro en uno de los doce signos del zodíaco. Estos signos llenen la característica de ser los que le proporcionan el matiz, la manera específica bajo la cual se podrá identificar las pautas de ese Yo, y aquí es donde se pueden detectar las caracterís-lleas esenciales bajo las cuales la persona se reconoce a sí misma, ici oiioce sus intereses y preocupaciones más íntimas.
Este es un primer factor a tener en cuenta en la Carta Natal para estudiar al Yo interior. También es necesario considerar su posición por casas. Esta última, nos proporcionará el ámbito de vida por medio del cual, el nativo, encontrará la mejor forma de canalizar mis inquietudes y anhelos.
En este sentido, es muy común encontrar que personas en cuya (Hila Natal el Sol «aparece», por ejemplo, en la Casa XI tienen un acentuado interés por participar del trabajo en grupos, en colaboración con otros, y en la concreción de los más variados intereses Por cierto, esto puede verse modificado por otras condiciones que se presenten en la misma Carta Natal.
La posición del Sol por signo y Casa identifica las característi-ens básicas de ese Yo. Luego, vienen los factores dinámicos que i lán dados por los diversos aspectos que pueda presentar el Sol en relación a otros planetas. Se dice que son factores dinámicos, pues se trata del intercambio de la energía entre dos astros, dos símbolos que en consecuencia, hacen referencia directa al tipo de experiencias (interiores/exteriores) que la persona deberá asumir, en relación a las áreas de vida indicadas por las casas ocupadas por los astros en cuestión.